Historia
Para localizar los orígenes del regimiento nos hemos de remontar al 19 de septiembre de 1642, cuando se forma una Compañía de Escolares nutrida por estudiantes de la Universidad de Salamanca. A su mando estaba el doctor D. García Porras. Su razón de ser la encontramos en la Guerra de la Restauración (1640-1668), que enfrentaba a España con Portugal; conflicto al que acude esta Compañía.
En aquellos tiempos, las compañías se formaban o disolvían según las necesidades bélicas. De esta manera, la Compañía de universitarios salmantinos fluctuó con el tiempo, conforme variaban las necesidades. Con la Guerra de Sucesión (1701-1713), se organiza el Tercio de Salamanca (año 1702). Tras la muerte sin descendencia del último de los Austrias españoles, Carlos II, España se hallaba dividida entre los partidarios del primer Borbón, el francés Felipe de Anjou (futuro Felipe V), y los partidarios del Archiduque de Austria, Carlos. En este marco bélico, el Tercio de Salamanca se reorganiza y cambia de denominación: Regimiento de Salamanca.
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En el año de 1847 encontramos a la unidad regresando de la toma de Oporto (Portugal), con el nombre de Batallón Provisional nº 11 (En Oporto, las tropas españolas bajo el mando del Tte. General D. Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, defendieron la permanenecia de María II de Portugal en el trono luso). En esas fechas se le confiere al batallón la condición de unidad permanente. Troca el nombre al de Batallón de Cazadores ‘Arapiles’ nº 11.
Los ‘cazadores’ son soldados de Infantería ligera, con amplia movilidad, a diferencia de las unidadees clásicas de Infantería que avanzan en orden cerrado. El nombre de ‘Arapiles’ conmemora la célebre Batalla de los Arapiles (Salamanca) librada el 22 de julio de 1812, cuando las tropas españolas mandadas por el británico Arthur Wellesley, Duque de Wellington, infligieron una importante derrota al invasor galo. Era la Guerra de la Independencia. Casi 100.000 hombres (ambos ejércitos) tomaron parte en el enfrentamiento.
En 1875, con el nombre de Batallón de Cazadores ‘Arapiles’ nº 9 sitia, junto con otras fuerzas, el bastión de Castellciutat y La Seu d’Urgell. Era la segunda Guerra Carlista. Poco imaginaban que esos fuertes baluartes que acabaron por domeñar albergarían, avanzado el siguiente siglo, su cuartel por más de 30 años.
Hasta 1931 nuestra unidad se mantiene bajo la forma de Batallón de Cazadores. En ese año, con motivo de la política reorganizadora y reductora de la II República, el batallón es disuelto.
Mucho antes, en 1899, se habían creado las primeras unidades de montaña del Ejército español. Varios de los anteriores batallones de cazadores (infantería ligera) se transformaron y adaptaron al medio y orografía de la montaña. En el año 1935 encontramos al Batallón de Montaña nº 7 de guarnición en Estella (Navarra); se le cambia de nombre, adoptando el de Batallón de Montaña ‘Arapiles’ nº 7, con lo que el espíritu ‘arapileño’ vuelve a tener cuerpo. En julio de 1936 estalla la terrible Guerra Civil española (1936-1939), que fuerza rápidos cambios en las estructuras y unidades militares. Se forman varios batallones con el nombre de ‘Arapiles’, que toman parte en diferentes batallas. Cuando la guerra termina, estos batallones son disueltos. El ‘Arapiles’ vuelve a quedarse como espíritu sin cuerpo material.
Es a los pocos años del fin de la contienda, en 1944, cuando se reestructuran las unidades de montaña, organizándose en 24 batallones. Uno de estos será el Batallón de Cazadores de Montaña ‘Arapiles’ nº 3, encuadrado en la Agrupación de Montaña nº1.
Año de 1965, una fecha para el recuerdo. Por transformación de la 1ª Agrupación de Cazadores de la División nº 42, el batallón recupera su carácter de regimiento, con sus propias fuerzas (Arapiles nº 34), más las de los batallones ‘Alba de Tormes’ XXXV y ‘Brunete’ XXXVI, todos ellos de cazadores de montaña. Ahora, en su función de regimiento, alberga un batallón, el ‘Alba de Tormes’. En el año de 1987 se le incorpora el Batallón ‘Cataluña’ IV, acuartelado en la ciudad de Berga. Pese a tener la Sierra del Cadí por medio, muchos vínculos unían desde antes a estos dos batallones y localidades.
En ese mismo año de 1987, la Compañía E/E de Viella pasa a denominarse ‘Compañía de Esquiadores Escaladores nº 41', pasando a depender orgánicamente de la Brigada de Cazadores de Montaña (BRCZM) XLI y administrativamente del Regimiento de Cazadores de Montaña (RCZM) ‘Arapiles’ nº 62.
El Regimiento se encuadraba en la División de Montaña ‘Urgel’ nº 4. Pero esta División es disuelta en 1996. Las unidades de la ahora Brigada de Montaña ‘Urgel’ XLI se reúnen en la Base General Álvarez Castro, sita en la pequeña localidad de San Clemente Sasebas (Gerona). Lugar para muchos conocido por haber alojado al anterior CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) nº 9. Una nueva transformación da lugar a la Brigada de Infantería Ligera ‘Urgel’ nº IV, que pierde su condición montañera. El ‘Arapiles’ se desactiva y transforma en un ‘núcleo de control de material’.
Los años no paran de producir nuevas transformaciones, y en el año 2002 resurge el ‘Arapiles’ 62 como Regimiento de Infantería, con dos batallones: ‘Badajoz’, que incluye la compañía de Plana Mayor regimental, situado en la Base General Álvarez Castro, y el ‘Barcelona’, en el Acuartelaminto de El Bruch (Barcelona).
A finales de 2007 se disuelve la Brigada Ligera ‘Urgel’ IV. El ‘Arapiles’ pasa a depender de la Brigada de Cazadores de Montaña ‘Aragón’ I, recuperando su condición de Regimiento de Cazadores de Montaña. Una última reorganización transforma la Brigada en la actual Jefatura de Tropas de Montaña.
No sabemos lo que deparará el futuro, en estos tiempos cambiantes y, en cierta manera, inestables. Lo que sí sabemos es que el espíritu del ‘Arapiles’, de una manera u otra, ha seguido a través de los siglos, desde aquellos comienzos salmantinos en el siglo XVII. Y que ese espíritu, portado en los corazones de quienes hemos servido en sus filas, grabado en las piedras de los cuarteles que lo alojaron y nutrido con la sangre derramada en tantos y gloriosos campos de batalla… ese espíritu, nunca morirá.
El ‘Arapiles’ siempre avanza.