22 de julio de 1812. La batalla de los Arapiles (o de Salamanca), fue uno de los enfrentamientos más importantes de la Guerra de Independencia (1808-1814). Tuvo lugar en el paraje dominado por dos señeras colinas, denominadas Arapil Grande y Arapil Chico, sitas en el municipio de Arapiles, al sur de la ciudad de Salamanca.
La dura batalla culminó con la victoria para el ejército hispano-anglo-portugués, a las órdenes del general Arthur Wellesley, duque de Wellington. Las tropas francesas, al mando del mariscal Auguste Marmont, fueron derrotadas tras cruentos combates. Los aliados sufrieron 5.220 bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos (3.176 británicos, 2.038 portugueses y 6 españoles). El ejército francés perdió unos 12.500 hombres, incluyendo prisioneros.
Fue uno de los hitos que demostraron la vulnerabilidad del Ejército Napoleónico. Junto con los resultados adversos de la Campaña de Rusia, dieron principio al fin de la hegemonía gala. Napoleón no era invencible.